sábado, 26 de noviembre de 2011

Un Windowsero en la corte del Rey Ubuntu

Aunque parezca contradictorio, el software libre -y en general cualquier cosa gratis- es un modelo de negocio cada vez más rentable.
Linux y en particular Ubuntu se han abierto un hueco en el mercado de la informática y aunque todavía está relegado a una minoría -por sus antiguos prejuicios- tiene un enorme potencial. Sólo hay que ver lo bien que está funcionando Android el cual está basado en el núcleo de Linux pero optimizado para dispositivos móviles.
Bueno, el caso es que desde hace tiempo tengo una partición en mi portátil que aloja al sistema operativo Ubuntu y desde hace unos días he actualizado el kernel -ya van por la 3.0.0-14-. La versión actualmente disponible es la 11-10 y tiene bastantes cambios con respecto a la versión 9 que era con la que esporádicamente trabajaba. Como estaba acostumbrado a la versión anterior, hay que hacerse con la nueva interface, pero está claro que resulta más amigable. Aún así, el acceso a determinadas funciones avanzadas creo que estaba mejor resuelto en la 9.

No he jugado demasiado con esta nueva versión pero lo que sí he intentado es instalar las aplicaciones que habitualmente utilizo en Güindows para comparar el rendimiento. Una de las primeras que me ha llamado la atención es que esto ya no es lo que era, me explico. Ahora todo consume muchos más recursos y el procesador hierve a poco que nos pongamos a hacer cosas con él. Está claro que mi máquina no es un pepino -es un Acer 5121 con 1,2GB de RAM y procesador x64- pero se suponía que Ubuntu trabajaría con menos recursos que su primo Windows. Para empezar la versión de Ubuntu que tengo instalada es la de 64 bits -averiguarlo me ha costado porque hace tiempo que la instalé y no me acordaba. Al no estar familiarizado con este S.O. no sé dónde demonios puedo verlo así que al final he tenido que googlear y teclear desde el terminal "uname -m"- pero lejos de sacar el máximo partido del procesador, lo achicharra. A la que ejecutes cualquier aplicación Flash, el proceso "npviewer.bin" se encarga de ponerlo a parir y todo deja de ser fluido. Repito, mi máquina no es una maravilla pero esto en Windows no pasa.

De la misma forma he visto que clientes Torrent que antes funcionaban como un tiro, ahora trabajan más lentamente o no lo hacen. Es el caso de Deluge el cual se me queda comprobando el archivo y de ahí no lo mueves. Por supuesto no es el único que he probado y el Transmision, que tantas veces había probado antes, no llega a la misma velocidad que consigo en el uTorrent de Windows -por supuesto, para la comparativa me he puesto a descargar el mismo .torrent, claro-

Aplicaciones como BOINC -computación en la nube- hacen que el ventilador de refrigeración del Acer gire de forma que parezca que el ordenador vaya a levitar así que el altruismo digital -esto merece otro artículo- no puedo ponerlo en práctica en Ubuntu.

Otra cosa a tirar de las orejas de los desarrolladores de Ubuntu. No he podido -o no he sabido, pero que conste que he googleado mucho- desactivar la tarjeta de red inalámbrica que el portátil lleva integrada. Hace poco le puse un dongle WiFi que es compatible con la WiFi n y puesto que mi nuevo router -la historia merece otro blog- soporta este estándar de transmisión de mayor velocidad decidí darle alas.
Pues bien, en Windows es tan sencillo como acceder a los controladores y desactivarlo, pero en Ubuntu no había manera. Ni a través del terminal he podido, y si bien, en gestión de redes podía desactivarlo, al volver a arrancar Ubuntu lo activaba y encima lo ponía como red por defecto dejando la otra de más velocidad como segunda opción. 
Al final, y como muchas otras personas han tenido que hacer, he sacado la tarjeta y problema zanjado. Bueno, no del todo, porque ahora la WiFi, por defecto la tengo siempre desactivada al arrancar :(
En fin, seguiré investigando cómo solucionar el problema...
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